En este Segundo Domingo de Pascua la pregunta es: ¿qué tipo de comunidad somos en Cristo Resucitado? ¿Hemos permitido que Cristo Resucitado transforme nuestra comunidad con Su Espíritu Santo? ¿Cómo podemos asegurarnos de que realmente somos una comunidad resucitada con el Señor? Hay varias señales y la mayoría de ellos se muestran en la comunidad de la iglesia primitiva. Muchos podrán decir, eso era entonces, ahora es diferente, sin embargo el mismo Espíritu Santo está guiando a la Iglesia. La primera lectura afirma la comunidad de creyentes, ese es un buen punto de partida y sólo con estas palabras se puede hacer una reflexión. En un mundo de individualismo, y con muchas personas ocupadas con sus vidas, ya no hay un sentido de unirse como comunidad y menos de creer en Dios. Y cuando la gente se reúne, hay muchas opiniones, muchas ideas, y no todas coinciden. La primera señal de un Cristo Resucitado. La comunidad es un sentido de pertenencia. Ser parte de la comunidad no sólo pasivamente, sino activamente con participación en los ministerios parroquiales. La segunda señal de esta nueva vida en Cristo en la comunidad es no pretender ser dueños de la iglesia, sino saber que es un espacio compartido. La iglesia no me pertenece a mí ni a mi grupo, la iglesia es de todos y sin embargo hay una administración. Quizás la dificultad que surge con esta segunda señal sea una sensación de derecho. Merezco este espacio, esta habitación. Llevo muchos años aquí, así que tengo prioridad. La comunidad de la iglesia primitiva nos recuerda que nadie reclamaba precedencia, pero tenían todo en común. Nadie decía poseer nada pero estaba dispuesto a compartir lo poco o mucho que tenía. Una tercera señal para que una comunidad se esfuerce en Cristo Resucitado es “dar testimonio con gran poder”. Hay tanta depresión en el mundo, pero también hay mucho desánimo en las comunidades eclesiales. ¿Estamos languideciendo en lugar de esforzarnos? Es posible que todos tengamos asuntos pendientes con nuestro padre, pero ¿eso nos impedirá ser testigos? Este llamado a dar testimonio no es tímido ni tibio sino con gran poder y convicción. Dar testimonio es salir de la zona de conforte, recibir la formación adecuada y proclamar el evangelio al mundo exterior más allá de la parroquia. La cuarta señal de vida nueva de una iglesia en Cristo Resucitado es estar abierta: abierta a la corrección, abierta a la formación, abierta a los demás. En la lectura del Evangelio se menciona que los discípulos se reunieron y en ambas ocasiones Jesús se les apareció las puertas estaban cerradas. ¿Somos una parroquia acogedora que abre sus puertas a los demás para que puedan entrar y encontrarse con el Señor Resucitado? ¿O somos una comunidad de puertas cerradas que sólo da la bienvenida a una seleccion algunos? ¿Abrimos las puertas a recién llegados quizás de una cultura diferente o de un país diferente? ¿Estamos dispuestos a hacer todo lo posible para conocer y saludar a los demás? A veces como los discípulos, por miedo a lo desconocido, cerramos nuestro corazón y las puertas de nuestra iglesia. Otra señal, la quinta señal de una comunidad de Cristo Resucitado, es ayudar a los necesitados. Volviendo a la primera lectura, afirma: “no había ningún necesitado”. Una comunidad más generosa y compasiva para ayudar a los pobres de cerca y de lejos muestra la marca de Cristo Resucitado. Cuando una comunidad se abre, en lugar de centrarse sólo en sí misma, entonces empieza a ver la gran necesidad que hay de ayudar a los que la rodean para que a nadie le falte o necesite algo. Esta señal se relaciona con el signo anterior de estar abierto. Cuando las puertas comiencen a abrirse, y ya no estén cerradas, entonces las muchas necesidades de la comunidad en general comenzarán a mostrarse. En lugar de cerrarse a causa de mi queja, la iglesia. Se pide a la comunidad que mire más allá de las puertas. Las señales continúan, ¡si tan solo pudiéramos implementar algunas!La sexta señal la encontramos en la segunda lectura, seguir los mandamientos y hacerlo con alegría, no a disgusto. Sigue los mandamientos, vive una vida moral y no encuentres en ellos una carga, sino un gozo de estar unido a Cristo para conquistar el mundo del pecado. Y por último, una verdadera comunidad de Cristo Resucitado es una comunidad que ha aprendido la obediencia. Esto se une nuevamente con la señal anterior es decir, seguir los mandamientos. Es muy difícil serles obedientes, es más fácil doblegarlos, seguirlos con más fuerza. Esta obediencia es a los mandamientos, pero también a las enseñanzas de la iglesia. En la primera lectura se menciona que la comunidad primitiva puso todo a los pies de la apóstoles. Que maravilloso acto de humildad que hoy sucede menos ¡frecuente! Éste es también un acto de entrega total, un acto de total confianza. Es necesario que haya más sanación en nuestras comunidades para que no haya tanta desconfianza, sino quizás apertura para aprender de los sacerdotes lo que enseña la iglesia. ¡Que mientras estamos en este tiempo pascual, comencemos a vivir algunas de estas señales para permitir que Cristo Resucitado transforme nuestra comunidad y así pueda volverse verdaderamente viva también en Su resurrección!