Una pequeña canción religiosa dice algo así: "Él tiene el mundo entero en sus manos; Él tiene el mundo entero. Él nos tiene a ti y a mí, hermano, en sus manos". Todas son ovejas del Señor. Él las tiene todas en la palma de su mano. Y nadie se las puede quitar de la mano. Todos son su rebaño los que han permanecido fieles a la gracia de Dios, judíos y gentiles por igual. De cualquier nacionalidad, y de cualquier raza que esté llena del gozo del Espíritu Santo, Él las tiene en sus manos. Esto puede ser reconfortante para todos los que creen. Todas son las ovejas de su rebaño. Y aunque hay diferencias, todos tienen la misma dignidad que un cristiano. Durante este tiempo de Pascua se trata de unirse en unidad, dándose cuenta de que el Señor resucitado no hace distinción sobre la igualdad de los fieles. Toda nación, raza, pueblo y lengua que cree es contada y es parte de la multitud lavada por la sangre del Cordero. Un día todos los que se aferraron a la fe podrán estar delante del trono de Dios y adorarlo día y noche en su presencia en el cielo. Allí, Dios enjugará suavemente cada lágrima de sus ojos y podrán vestir túnicas blancas y sostener ramas de palma en sus manos. Las ovejas del Señor escucharán la voz del Señor por toda la eternidad, y serán consoladas para siempre. Es hermoso pensar en el destino final de todos los que pertenecen al rebaño de Dios. Y, sin embargo, mientras están en este mundo, Dios los sostiene en sus manos. El desafío para las ovejas es no dividirse entre sí, no verse como rivales y no tener celos que dañen las relaciones. Dios sostiene a todos en su fe con Sus manos poderosas y amorosas, sin importar la nacionalidad, raza o estatus social. Al principio había este conflicto entre los judíos y los gentiles, ahora existe el conflicto con aquellos que se llaman a sí mismos ovejas del Señor. En lugar de trabajar juntos por un mundo mejor, compartiendo la palabra de Dios con los demás, están en desacuerdo entre sí. Los celos de la asistencia a misa, de quién tiene más eventos, impide que todas las ovejas se den cuenta de que están llamadas a ser una sola en las manos el Señor. El triunfo de una oveja es el triunfo de todas las ovejas. Deleitémonos en el triunfo de la iglesia católica que tenga más miembros, y de la misa que tenga más asistencia ya sea en cualquier idioma. Deleitémonos en saber que Dios tiene el mundo entero entre sus manos, y que todas las ovejas que llegaron a creer están destinadas a la vida eterna.