El final de este año litúrgico ya está aquí. La próxima semana comienza el Adviento con un nuevo año litúrgico con el ciclo C, que tendrá el Evangelio de Lucas para reflexión durante todo el año. Este año hacia la última parte del año, se adoptó el tema del discipulado. Ahora es apropiado terminar honorablemente este tema de discipulado con la solemnidad de Cristo, el Rey del Universo. Los discípulos están llamados a ser servidores, así como Cristo Rey muestra lo que significa ser un verdadero rey, es decir, ser un rey que sirve. El reinado de Cristo no se trató de sentarse en un trono recibiendo toda alabanza y adoración, aunque Él se lo merecía. A él le sea todo el dominio, la gloria y poder. El dejo su trono, se hizo hombre y mismo declaró: "No vine para ser servido, sino para servir y dar mi vida por el rescate de muchos". Es el tipo de rey que no tiene miedo de ensuciarse las manos. Es el tipo de rey que predica con el ejemplo. No es lo que dice, sino lo que hace lo que marca la diferencia. Es un rey-siervo que no tiene miedo de dejar su trono y ayudar a los más pequeños de sus hermanos y hermanas a través del servicio en el amor. Por lo tanto, un discípulo necesita seguir el patrón establecido anteriormente por el Rey de Rey y Señor de Señor, servir. Sin embargo, existe un peligro para los que viven en este mundo. Es posible que nunca lleguen a ser discípulos, y que nunca sirvan. Hay quienes viven toda su vida lejos de Dios, y nunca vendrán a Dios, y mucho menos serán Sus discípulos. Se convirtieron por su falta de fe e inacción en los que lo han traspasado al Señor. Ellos también lo verán cuando venga en gloria y poder en medio de las nubes, pero para su condenación. Se darán cuenta que todo era cierto desde el principio, y ahora será demasiado tarde para cambiar algo. Lamentarán su destino porque tuvieron la oportunidad de ser agentes de cambio mediante el servicio mientras estaban en este mundo y la echaron a perder. Él, que es el Alfa y la Omega, vendrá en poder en Su Segunda Venida y habrá un reconocimiento de aquellos que fueron verdaderos discípulos, y de aquellos que lo traspasaron con su indiferencia. Los que malgastaron su vida lejos de Dios tendrán que rendir cuentas de lo que han hecho con sus vidas. En la Segunda Venida será Jesús quien preguntará a todos: "¿Qué han hecho?" El verdadero discípulo estará dispuesto a dar una cuenta ordenada de la vida de servicio, mientras que los derrochadores serán reducidos al silencio. Algunos de ellos (que han derrochado su vida) piensan que son muy inteligentes con sus filosofías, pero se demostrará que fueron tontos porque perdieron su salvación. Es mejor vivir como un discípulo con una vida llena de fe y servicio. Esta solemnidad es para recordar a quién se está sirviendo en esta vida: al Rey del Universo o al príncipe de este mundo (el maligno). Se le recuerda al discípulo que vale la pena vivir una vida de servicio a lo largo de los años, porque el Rey al final les permitirá entrar a Su Reino que no pertenece a este mundo. Es bueno ser sus discípulos mientras estamos en la tierra para que más tarde podamos convertirnos en sus asistentes en el cielo y se nos permita ver al Rey en todo su esplendor sentado en su trono de gloria. Será un espléndido espectáculo fuera de este mundo, por el que valdrá la pena haber vivido una vida de servicio mientras en esta tierra.